Por Andrew Jones, director general de Agility in Mind.
Cuando eres emprendedor, es difícil saber qué herramientas necesitas para que te vaya bien. Como muchos propietarios de pequeñas empresas, empecé la mía sin una idea concreta de lo que quería. Eso sí, tenía muy claro lo que no quería.
Durante mi carrera, me frustré. Cuando lideraba grandes unidades de negocio en el desarrollo de productos de software y soluciones profesionales, de vez en cuando veía cómo ciertas barreras innecesarias se interponían a la hora de que la gente hiciera su trabajo.
Poniendo mucho énfasis en los acuerdos contractuales, vi cómo las relaciones con los clientes se volvían más una transacción y la confianza se debilitaba. En este entorno, perdimos la habilidad de colaborar de verdad. Cuando finalmente aprendí a trabajar de forma ágil, supe que se trataba de una idea que podía lanzar al mercado.


Fundé Agility in Mind hace una década como una empresa de consultoría para ayudar a resolver problemas comunes de las empresas que se volvían rígidas en sus estructuras y procesos. A través del coaching y la formación, ayudamos a los equipos a responder y adaptarse rápidamente a los cambios del mercado o dentro de su propio entorno.
Aunque tener una estructura no es algo malo, la rigidez puede llegar a interferir en el trabajo. La empresa acaba perdiendo perspectiva sobre por qué llegó todo el mundo a ella en primer lugar: para colaborar. Agility in Mind rompe con esta dinámica. Nuestros programas de coaching y formación ayudan a los clientes a reavivar el espíritu colaborativo al acabar con restricciones organizacionales innecesarias. Esto se traduce en una mayor efectividad de los empleados y, a cambio, las organizaciones tienen más éxito.