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Por qué fracasan las pequeñas empresas y cómo evitarlo

Si quieres montar una pequeña empresa, o ya la tienes, seguramente agradezcas saber qué trampas conviene evitar. A continuación, te explicamos los motivos por los que suelen fracasar los negocios y qué hacer para que no le ocurra al tuyo.

El fracaso es un arma de doble filo

El fracaso es el mejor profesor que puede haber para aprender y ganar la experiencia necesaria para tomar decisiones más acertadas. Ser consciente de las meteduras de pata propias y ajenas del pasado es imprescindible para avanzar en la dirección correcta en el futuro. Evidentemente, nadie monta una empresa con la intención de que no llegue a ninguna parte. Lo ideal es reducir todo lo posible las posibilidades de fracasar. Pero eso es más fácil decirlo que hacerlo, ya que, por desgracia, el 90 % de las empresas emergentes acaban echando el cierre. Los pequeños negocios corren el riesgo permanente de fracasar en sus primeros años de vida. Pero, sorprendentemente, ese riesgo no disminuye pasado el primer año, ni tampoco los siguientes.

  • El 20 % de los negocios fracasa en los primeros dos años
  • El 45 % de los negocios fracasa en los primeros cinco años
  • El 65 % de los negocios fracasa en los primeros diez años

De hecho, se estima que solo un cuarto de las empresas emergentes consigue superar las adversidades y llegar a los 15 años de vida. Suena desalentador, pero te habrás dado cuenta de que esto no ha amedrentado a los emprendedores más ambiciosos, puesto que siguen intentándolo. En 2019, en Estados Unidos había más de 770 000 empresas emergentes que no llegaban al año de edad. Comparadas con las 733 490 que se registraron en 2017, es un aumento considerable. Las que consiguen consolidarse gozan de un gran éxito. Sin embargo, hasta para la empresa más modesta, el simple hecho de crear un negocio es un gran logro que siempre será motivo de orgullo y alegría. Para materializar lo que una vez fuese el concepto de una empresa, hacen falta grandes dosis de valentía y dedicación que demuestren que, si lo has conseguido, ha sido por mérito propio. Esto es imprescindible.

El 2020 llegó acompañado de una catástrofe económica totalmente imprevista. Aunque el futuro sigue siendo incierto, las previsiones para el año que viene apuntan a una época, posiblemente, poco próspera para casi la mitad de las pequeñas empresas si las condiciones económicas no mejoran. No obstante, los pequeños negocios han demostrado tener una mayor capacidad de adaptación al cambio que las grandes empresas. Los emprendedores aprovecharon las oportunidades que les brindó la pandemia para crear nuevos negocios y, de este modo, pusieron de relieve las cualidades indispensables de un emprendedor decidido a salir adelante.

¿Por qué fracasan los pequeños negocios?

Es cierto que algunos negocios fracasan, pero otros acaban triunfando. ¿Qué puedes hacer tú para que la suerte se ponga de parte de tu empresa? Te contamos cuáles son los peligros que pueden hacer que tu empresa se desmorone en sus primeros años de vida.

Ejecución inadecuada

Si las cosas se hacen, se hacen bien. Antes de tan siquiera pensar en tu primer día de trabajo, debes tener todo lo necesario para crear un negocio viable. Para ello, debes estar al corriente de las últimas tendencias en administración de empresas. En la actualidad, se espera que las empresas emergentes cumplan ciertas expectativas, como que estén al corriente de las formas de trabajar más eficientes y novedosas. Para conseguirlo, debes implementar los flujos de trabajo más eficientes y tener las mejores herramientas a tu disposición. Con todo lo que hay en juego, te harán falta. Incluye a Dropbox en tu arsenal, y forma parte del grupo de pequeños negocios que han aumentado su productividad, como Valiant. Ellos mismos dicen que, gracias a Dropbox, han conseguido enviar archivos diariamente a su imprenta desde que comenzaron con las publicaciones.

Falta de estudio de mercado

Por más que pienses que tu idea de negocio es estupenda, no tendrá futuro si a la gente no le resulta útil. Uno de los errores más comunes que hacen fracasar a los negocios es no saber qué quiere el público. Las empresas triunfan porque encuentran una necesidad en el mercado y ellas se encargan de cubrirla. Con esto no queremos decir que todas tus ideas tengan que ser rompedoras, pero sí deberían satisfacer una determinada demanda. No es nada sencillo lanzar un servicio o un producto al mercado. Si de verdad quieres invertir el tiempo, el esfuerzo y el dinero necesarios, intenta no empezar con el pie izquierdo. Evidentemente, hay excepciones que confirman la regla. Pero, para la mayoría de las empresas emergentes, es mucho más recomendable encontrar una demanda y satisfacerla que intentar captar el interés de un mercado saturado.

Planificación insuficiente

Todo el mundo necesita saber cómo enfocar su vida. Pero si quieres emprender, tener un plan es todavía más necesario. Debes tener un plan de negocio firme y utilizarlo como brújula. Tiene que servirte para atraer a inversores, conseguir financiación y contratar a trabajadores con talento. Si decides emprender sin un plan de negocio potente y bien hilado, tu negocio tiene los días contados.

Te recomendamos incluir lo siguiente en tu plan de negocio:

Resumen ejecutivo: es una presentación breve. Describe a qué te vas a dedicar, cómo vas a hacerlo y desde dónde vas a dirigir tu empresa.

Descripción de la empresa: explica a qué se va a dedicar tu empresa, qué problemas va a solventar y qué servicios o productos vas a ofrecer. Describe el proceso de fabricación y el consumidor al que quieres dirigir tus servicios. Incluye elementos como la estructura legal del negocio y los gastos.

Informe de investigación: detrás de un buen plan de negocio hay un proceso de investigación. Aquí es donde tienes que detallarlo todo. Incluye tu análisis de mercado, las estrategias que quieras seguir, y no te olvides de mencionar las previsiones y los resultados. Compárate con la competencia y explica por qué crees que tu negocio tiene las de ganar. Si quieres, puedes incluir comentarios de tus clientes.

Gestión: una buena gestión es la base de cualquier empresa. Habla de qué tipo de empresa quieres crear, de tu modelo de negocio y de si será una sociedad limitada o trabajarás por cuenta propia. Elabora un gráfico para explicar quién tomará las decisiones y, si lo consideras oportuno, incluye sus currículums.

Marketing: describe la creación y la gestión de tu marca, y tu plan para ganar y afianzar clientes.

Finanzas: lo más importante. En esta sección, debes incluir un pronóstico financiero, el estado de flujo de fondos y un balance. Apuesta por una proyección a largo plazo (unos cinco años) para ilustrar cómo pretendes mantener la estabilidad de la empresa y hacer que triunfe.

Asimismo, no deberías mantener en secreto tu plan de negocio. Lo ideal es que tu equipo pueda consultarlo siempre que quiera. Debería ser el eje fundamental de tu negocio, un conjunto de certezas compartido con todos los miembros del equipo.

Falta de motivación

Emprender no es fácil. En muchas ofertas de trabajo, hablan de la "cultura del emprendimiento". Esto quiere decir que es posible que el sueldo inicial sea bajo, que tengas que echar muchas horas y que te toque asumir muchas más responsabilidades de las que le corresponden al puesto. Es la naturaleza de los pequeños negocios: el objetivo es ser los mejores en todo lo que se hace, pero como equipo. Sí, trabajar en equipo es imprescindible. Si un empleado piensa que algo no es responsabilidad suya o el director ejecutivo cree que su única función es dar órdenes sin preocuparse por las tareas diarias... lo siguiente es echar la persiana. Una empresa nunca alcanzará el éxito si su responsable está sentado en un despacho y delega en otras personas para que hagan el trabajo. Tu deber es fomentar una cultura laboral en la que todo el mundo arrime el hombro y se sienta valorado.

Con un espacio de trabajo centralizado te aseguras de que todos estéis en sintonía y evitas que el trabajo se estanque. Hay algunas empresas cuyo liderazgo recae no solo sobre el director ejecutivo, sino también sobre los cofundadores. Esto demuestra que compartir la carga y comparar ideas es fundamental para los negocios.

Poco dinero y muchas expectativas

Esta era evidente. ¿Cuántas veces has escuchado esas historias fantásticas en las que un emprendedor consigue sacar su negocio adelante a pesar de tener las de perder? Sin embargo, a fin de cuentas, el motivo del despegue y de la caída en picado de cualquier empresa es el dinero. Los dueños de pequeñas empresas deben ser sensatos y hacer de la supervivencia de su negocio su mayor prioridad. No te dejes llevar por delirios de grandeza. Evidentemente, una oficina moderna en una zona céntrica motivaría al equipo, pero ¿es realmente necesario? Es posible que contratar a más empleados sea la clave para reducir la carga de trabajo de tu plantilla, pero ¿te lo puedes permitir? Nadie quiere vérselas cara a cara con el fracaso de su negocio, pero debes tenerlo en mente para saber cuándo renunciar a inversiones innecesarias. Si fracasas, tendrás que devolver todo el dinero que pediste prestado para dar vida a tu visión (que tal vez fuese poco realista).

Mejor, céntrate en los valores fundamentales de los miembros de un equipo, como ser capaces de trabajar al unísono. Piensa en el trabajo como si fuera una experiencia en conjunto. Solo así serás capaz de invertir donde merece la pena en lugar de en una oficina deslumbrante pero cara.

Presencia desapercibida

Puedes tener la mejor empresa del mundo y vender productos que sabes que son necesarios porque así lo indica el análisis de mercado que has hecho. Sin embargo, todo eso da igual si la gente no sabe dónde encontrarte. Aunque esto no da tanto miedo como ponerte a hacer números y hacer una previsión de gastos, es un problema recurrente. Tal vez porque es muy fácil pasarlo por alto. Tal vez hayas estado buscando un espacio de trabajo nuevo, hayas encontrado uno que te daba buenas sensaciones, y hayas trasladado a todo el equipo. Lo malo es que las decisiones empresariales no se pueden basar en presentimientos. Si tu negocio está en la zona equivocada, es probable que fracase. Pero no tener presencia en internet es igual de contraproducente. Los canales digitales no se pueden subestimar. No basta con tener una tienda online, también es necesario interactuar con tus clientes y ampliar tu público objetivo utilizando las redes sociales y otras estrategias multicanal. Antes, era suficiente que tu negocio apareciera en un directorio de empresas. Ahora, tu negocio tiene que estar en funcionamiento 24 horas al día, 7 días a la semana en todos los canales posibles.

Pasividad ante el cambio

Las empresas emergentes necesitan crecer, pero no lo conseguirán si no se adaptan. Sí, tal vez hayas cubierto una necesidad imperiosa, pero lo más probable es que un día los números no sean tan elevados. Tarde o temprano, tu trayectoria se estancará. Además, el flujo de competidores que entran en el mercado es constante. Uber es un buen ejemplo: aunque empezó como una empresa de transporte, expandió su modelo de negocio e incorporó servicios de comida a domicilio, mensajería y alquiler de bicicletas. No se trata únicamente de saber hacia dónde expandirse o cómo encontrar nuevas oportunidades, sino también de saber cómo reinventarse cuando lleguen las vacas flacas. Esto mismo ocurrió en Valiant, una empresa que superó una catástrofe natural y siguió trabajando para triunfar: "El huracán Sandy paralizó la ciudad, pero gracias a Dropbox pudimos seguir trabajando sin interrupciones. Lo publicamos todo a tiempo". De nuevo, esto nos recuerda la importancia de trabajar en equipo. No lo olvides: la colaboración es esencial.

Es importante recordar que, a veces, puedes hacerlo todo bien y fracasar igualmente por cosas que escapan a tu control. El fracaso muestra un resultado, no el carácter de una persona. Ha habido muchos emprendedores que lo han intentado, han fracasado y lo han vuelto a intentar. Poco a poco, han ido aprendiendo hasta que por fin han triunfado. Por contradictorio que parezca, la persistencia, la disposición a adaptarse y la capacidad de aceptar el fracaso y aprender de él son imprescindibles para lograr un objetivo.