¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional es un concepto que surgió en la década de 1990 como tema del discurso académico y que muy pronto cobró impulso como parte crucial de la psicología empresarial y el estudio de la dinámica del lugar de trabajo.
Es comúnmente conocido como EQ (cociente emocional) como contraparte del IQ (cociente de inteligencia). Un empleado con un alto nivel de EQ es más flexible, versátil, decidido y productivo. El EQ es igual al título y habilidades técnicas, o incluso más importante.
En pocas palabras, la inteligencia emocional se refiere a la capacidad de interpretar, comprender y administrar las emociones, tanto de uno mismo como de los que lo rodean. Se trata de mantener la calma bajo presión, ayudar a los demás a sentirse cómodos y comprender cómo tu comportamiento puede afectar a tu entorno.
Mientras que el coeficiente intelectual tiene como objetivo medir la capacidad cognitiva, la inteligencia emocional está enraizada en nuestro comportamiento. Al principio, puede parecer abstracto o arbitrario, pero nuestras mentes son sistemas y es importante tratarlas como tales. Como seres humanos, tenemos el conocimiento para administrar, ajustar y mejorar los sistemas de modo que funcionen al máximo, y esto puede y debe aplicarse a nuestro propio bienestar emocional.
Un individuo puede tener toda la experiencia necesaria para un trabajo, pero si no puede comunicarse dentro del equipo y no puede controlar sus propias emociones, esto tendrá un impacto negativo en la calidad de su trabajo.
Cómo mejorar la inteligencia emocional
Todo ser humano posee una inteligencia emocional. Para tener una alta inteligencia emocional en realidad solo hay que saber cómo adoptar y mejorar esa inteligencia.
En su extensivo trabajo donde se dedicó a estudiar y definir la inteligencia emocional, el científico conductual Daniel Goleman esbozó cinco habilidades básicas que deben cultivarse para lograr un alto EQ:
1. Conciencia de uno mismo
El primer paso hacia la inteligencia emocional completa es comprender las propias emociones. Todos experimentamos y expresamos diferentes estados emocionales de diferentes maneras y, cuanto más entiendas cómo los afrontas personalmente, más podrás entender las perspectivas de los que te rodean.
No es solo conciencia emocional; la conciencia de uno mismo se relaciona con la comprensión de los matices de la identidad, comportamiento y mentalidad. Se trata de ser consciente de cómo te ven los demás y cómo responden ante ti, y de cómo tus acciones impactan en tu entorno.
Eso es lo que llamamos la conciencia pública de uno mismo, la conciencia de cómo te presentas ante los demás. Esto no significa preocuparse excesivamente por la forma en que la gente te percibe, sino más bien tener la capacidad de evaluar y reconocer de forma imparcial cómo te perciben los demás, y entender por qué.
Entonces, ¿exactamente cómo te haces consciente de ti mismo?
La emoción puede parecer algo que existe puramente dentro de la mente, pero en realidad, podemos experimentar y expresar la emoción a nivel físico, y así sucede. Esto es lo que llamaríamos conciencia privada de uno mismo.
Por ejemplo, cuando estás enfadado, puedes experimentar esa sensación de "que te hierve la sangre", cuando estás ansioso, puedes sentir "mariposas" en el pecho o temblar. Cuando estás contento, tal vez te sientas más ligero y con más energía.
Si puedes reconocer estos indicadores físicos en ti mismo y entender cuándo y por qué ocurren, podrás entender, anticipar y administrar mejor tus emociones.
Mucho de ello se reduce a la reflexión personal; a tomarte un momento para preguntarte cómo te sientes y cómo contribuyes y qué aportas a tu lugar de trabajo. Si sientes una desconexión o falta de comunicación dentro de tu equipo, evalúa por qué puede ser así y si hay algo que estés haciendo o diciendo que pueda perpetuar el problema.
Presta atención a tus pensamientos y sentimientos e intenta entender cómo las diferentes situaciones pueden influir en ti o desencadenar reacciones emocionales. Cuando estés trabajando, pregúntate si tendrías el mismo rendimiento laboral si te sintieras frustrado o si te sintieras satisfecho, y trata de reconocer cómo tu mentalidad afecta tu rendimiento y productividad laboral.
La intuición está muy vinculada a la inteligencia emocional. La intuición gira en torno a nuestra percepción de una situación, y podemos usar nuestra intuición para comprender cómo nos sentimos realmente. Esto no quiere decir que siempre debas seguir tu intuición (ni que siempre debas ignorarla), sino que ciertamente debes reconocerla y examinarla para poder formarte una mejor comprensión de tus propios puntos de vista y emociones.
La conciencia de uno mismo también significa ser consciente de tus fortalezas y debilidades, y ser realista sobre tus capacidades. Reconocer tus debilidades es el primer paso para superarlas, mientras que reconocer tus fortalezas ayuda a la motivación y al bienestar general.
2. Autorregulación
Una vez que sepas reconocer y distinguir tus emociones, podrás empezar a manejarlas. Si permites que tus emociones se apoderen de tu trabajo, puede que no estés rindiendo al máximo de tu capacidad. La autorregulación significa no dejarse atrapar por factores externos y, en cambio, permitirte concentrarte en la tarea en cuestión.
Todos tenemos nuestros propios pensamientos y opiniones, pero es crucial saber cómo y cuándo expresarlos en el lugar de trabajo. Si no pareces tener control de tus emociones, podrían considerarte poco fiable o un riesgo. Eso no significa que no debas expresarte o ser abierto acerca de tus sentimientos, pero el autocontrol implica lidiar con tus emociones de manera apropiada, profesional y consciente.
Cómo autorregularse
Evita tomar decisiones impulsivas y actuar por capricho. Pensar antes de actuar es una gran parte de la autorregulación. Considera cómo tus acciones o palabras podrían impactar en tu entorno y en tu equipo, y pregúntate si comunicas tus ideas de la manera más productiva y constructiva posible.
La autorregulación es algo que te ayudará en el lugar de trabajo, pero las técnicas detrás de ella pueden y deben aplicarse más allá del horario de trabajo. Mantenerte activo y mantener los pasatiempos fuera del trabajo, mantener un ciclo de sueño saludable, así como encontrar una salida segura y sana para la ira o la frustración son todos métodos importantes para regular las emociones y equilibrar la energía, para no llevar la negatividad al lugar de trabajo.
Las herramientas y técnicas detrás de la autorregulación pueden compararse con las que se practican en la terapia conductual cognitiva (CBT), que está diseñada para ayudarnos a manejar nuestros problemas mediante el ajuste de nuestro proceso de pensamiento y comportamiento. La CBT se utiliza comúnmente para tratar enfermedades mentales y trastornos del estado de ánimo, pero las técnicas y habilidades que enseña sin duda se pueden aplicar para ayudar a la autorregulación.
Algunas de las técnicas básicas incluyen:
- Desglosar tus problemas e inquietudes; si permites que muchos problemas pequeños se mezclen en un gran problema, entonces resolverlo se convertirá en algo abrumador.
- Establecer una distinción entre los problemas que pueden resolverse y los problemas sobre los que no tienes control, y centrar tu energía en lo que puedes arreglar.
- Dedicar tiempos específicos para tratar problemas específicos y tratar de no pensar en ellos hasta que no llegue el momento asignado, en lugar de permitir que te agobien todo el día.
- Practicar la atención plena (mindfulness); tomarte el tiempo para centrarte en la respiración y separarte de tus problemas.
- Retroceder y mirar los problemas que tengas que enfrentar desde una perspectiva externa.
- Escribir tus sentimientos; esto ayudará a materializar y definir los temas confusos y a formar soluciones procesables.
Si te sientes molesto, frustrado o cualquier otra emoción abiertamente negativa, toma medidas para mitigarla, y muéstrate abierto con tus colegas sobre tu experiencia.
Practicar la autorregulación te ayudará a ser más adaptable en el lugar de trabajo, y a mantenerte centrado. Si puedes manejar y priorizar los problemas emocionales, podrás manejar y priorizar tu carga de trabajo del mismo modo.
3. Motivación
La motivación intrínseca se refiere a aquellos que establecen y persiguen objetivos para su propia realización personal. Esta no es una motivación impulsada por el dinero, la reputación o la importancia; es una motivación impulsada por la pasión y la satisfacción personal.
Tener integridad para tu puesto y saber que tu arduo trabajo está motivado no solo por dinero, sino por ambición personal, te ayudará a desempeñarte mejor y a producir un trabajo de mejor calidad. Por supuesto, no hay nada malo en luchar por la admiración y el éxito financiero, pero si esa es toda tu motivación para trabajar, es posible que nunca te sientas realmente satisfecho con tu vida profesional. No deberías trabajar duro solo para complacer a tus jefes y clientes, deberías esforzarte por conseguir mayores logros personales mediante una inteligencia más emocional.
Cómo mantenerse motivado en el trabajo
Si te cuesta encontrar esa motivación, pregúntate qué es lo que realmente buscas en tu puesto y en tu carrera, y sigue preguntándote eso, hasta que tengas una respuesta sólida. Averigua qué te impulsa, dónde quieres estar en el futuro y qué necesitas hacer para llegar allí.
Establece objetivos realistas pero desafiantes que faciliten tu pasión y deseo personal, para saber cómo y por qué motivo trabajas para ti mismo, incluso cuando trabajas para otros. Fijar objetivos con regularidad es una manera fantástica de fomentar la motivación e impulsar la productividad.
Concentra tu energía en las partes de tu trabajo que te gustan, y razona contigo mismo para entender que las partes que no te gustan pueden ser necesarias para llegar a las partes que sí disfrutas. Usa los aspectos de tu trabajo que te gustan para obtener motivación en otras áreas. Pregúntate por qué disfrutas de esos aspectos y por qué no disfrutas de los demás.
Si te sientes completamente insatisfecho y padeces burnout en el trabajo, puede ser el momento de analizar esto con tus superiores. Si no eres feliz en el trabajo, esto no solo es malo para ti, sino también para ellos, así que no tengas miedo de abordar estas inquietudes de manera directa.
La motivación es contagiosa; tu entusiasmo, optimismo y conciencia se reflejarán en tu entorno y ayudarán a crear un lugar de trabajo positivo impulsado por la pasión, no por un sueldo.
4. Empatía
La inteligencia emocional implica no solo entenderse a sí mismo, sino hacer un esfuerzo por entender las emociones de los demás. En lugar de ignorar o invalidar completamente las emociones u opiniones de otras personas si no estás de acuerdo con ellas, intenta ver las cosas desde su punto de vista. Escúchalos, permíteles expresarse y esfuérzate por aprender de tus interacciones. La empatía es fundamental en la gestión de conflictos.
Tener una alta inteligencia emocional significa tener la capacidad de reconocer y aprender de los errores del pasado y comprender diferentes perspectivas. No es necesario que estés de acuerdo con todo lo que diga o haga un colega, pero siempre debes hacer un esfuerzo por entender al menos las emociones de los demás para poder ayudarlos a manejarlas.
Ten compasión por los miembros de tu equipo, escúchalos y responde de manera constructiva. Ser agresivo o hacer caso omiso solo obstaculizará la comunicación y la comodidad en tu lugar de trabajo, lo que puede tener un impacto muy negativo en tu trabajo y liderazgo.
5. Habilidades sociales
Tener una fuerte conciencia social es una parte fundamental de la gestión de relaciones y, a su vez, del EQ. Tener inteligencia social no es solo ser amistoso y usar emojis de rostros sonrientes (aunque eso ciertamente ayuda), se trata de ser accesible, cautivador, transparente, y asegurarse de que las personas con quienes interactúas se sientan cómodas y escuchadas.
Evita ser un oyente pasivo en una conversación. Asegúrate de mantener la participación y el contacto visual, contribuir de manera activa en la conversación y mostrar que estás genuinamente interesado y tienes voluntad de aprender. Gánate la confianza de tus colegas a través de tu integridad y compasión, y defiende el optimismo y la amabilidad.
Intenta ser consciente del lenguaje corporal, tanto el propio como el de los demás; tener fuertes habilidades interpersonales significa tener la capacidad de "leer entre líneas" y entender lo que es apropiado y lo indebido sin que nadie tenga que decir una palabra.
Cuando se habla de empatía y también de habilidades sociales, es importante recordar estos pasos:
- Escucha a tus colegas.
- No interrumpas a la gente.
- Asegúrate de que tus comentarios sean siempre constructivos.
- Sé abierto y genuino, y fomenta lo mismo en los demás.
- Reconoce cuando tú, o un miembro de tu equipo, se sientan agotados, y toma medidas.
- Dedica tiempo a las actividades sociales.
La comunicación es clave
Un equipo que sabe cómo comunicarse y entenderse con los demás, inevitablemente, funcionará mejor, y las habilidades que hemos explicado anteriormente se refieren a una comunicación sólida, tanto con tu equipo como contigo mismo.
La comunicación fluida es esencial, tanto si trabajas en la misma oficina como si colaboras de forma remota. La utilización de técnicas y herramientas, como Dropbox Paper y videos de captura de pantalla para facilitar la comunicación abierta y los comentarios directos ayudarán a desarrollar la inteligencia emocional. Cada herramienta puede ayudarte a administrar tu trabajo y a colaborar con tu equipo de forma eficiente.
Un lugar de trabajo con una fuerte capacidad de inteligencia emocional será más productivo, más decidido, y un ambiente más saludable y feliz. No tienes que ser el mejor amigo de todos tus compañeros de trabajo; pero entender a tus colegas, cómo piensan y el modo en que perciben tu propio comportamiento y acciones marca una gran diferencia.
Trabajar con inteligencia emocional significa no permitir que tus emociones interfieran en la calidad de tu trabajo o en la relación con tu equipo. Significa saber cómo aprovechar tus fortalezas y reconocer y superar tus debilidades. La gente que realmente tiene una inteligencia emocional no ignorará un problema o un sentimiento negativo, sino que lo enfrentará de manera directa y pragmática.
Un alto EQ en el lugar de trabajo es tan importante como el IQ, o incluso más. Practicar y mejorar la inteligencia emocional te ayudará a aumentar la confianza en ti mismo, el control, la capacidad de tomar decisiones y la salud mental en general.