Por Lara Hillard
Como muchas niñas que crecieron en un hogar igbo-nigeriano típico, a Benita Nnachortam sus padres le enseñaron que el arte no es una carrera profesional, sino simplemente un pasatiempo. “Durante toda mi infancia se me metió en el cerebro que el arte podría llevarme a la pobreza”, recuerda. Fue una gran apuesta perseguir una carrera en la fotografía, pero con mucho trabajo duro y acceso a la tecnología adecuada, Benita pudo convertir su pasión en una profesión.
![Benita Nnachortam se encuentra en un campo.](https://aem.dropbox.com/cms/content/dam/dropbox/dmep/assets/customer-success-stories/benita-nnachortam/2-bn-c04-primary@2x.jpg)